22 febrero 2010

La razon de las miradas

Durante mis días observo los rostros. No son pocos los indiferentes, pero mas son los vencidos en el transcurso que supone un viaje (cabe aclarar que el viaje nunca es acompañado), mi persona se relaciona con mil miradas, y cada una de ellas forma parte de lo que soy y de lo que somos.
Tras las ventanas del tren la lluvia dibuja con delicadeza cuadros, los pinta de ocre y gris. La lluvia me resulta hermosa, interpreta un suave blues. Y esa eterna canción (tan eterna como la misma lluvia) es cantada por cada par de ojos, cada verso es el relato de la existencia de las personas, de la razón de las miradas.
En un intento por desviar la atención de la surealidad de mi viaje, reposo mis deseos en algunas palabras, tal vez alguna llamada. No hay mensajes nuevos. Era de esperarse. Cero llamadas recibidas. Eso también lo suponía.
Con el teléfono en mi mano izquierda, resignado, me entrego completo a escuchar la razón de las miradas.

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