Mis manos esbozan las imágenes
que recuerdan a una noche
como otras noches.
Mi cuerpo cansado,
se rendía a los pies
de una dama indiferente.
Los pies se movían a destiempo,
no importaba, las sonrisas maquillaban.
Siento correr libre
por mi rostro una lágrima,
no existe nada mas que
acaricie mi cuerpo, mi piel,
solo la aspera sal del agua.
Y en la madrugada vacía de sol,
repleta de rincones,
las duras secuencias
ahogadas en el amargo sabor
de la indiferencia,
el suave ardor de mi cuerpo muriendo,
con mi piel desnuda,
y mis ojos silenciando el dolor.
11 enero 2010
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